Dejó de ser él, y por esta razón no se genera ninguna unión además de la que se consigue a través de la conformidad. Quiero hacer un óptimo negocio; el objeto ha de ser deseable desde el punto de vista de su valor social y, al tiempo, debo resultarle deseable, teniendo en cuenta mis valores y potencialidades manifiestas y escondes. De esa manera, 2 personas se enamoran en el momento en que sienten que han encontrado el más destacable objeto libre en el mercado, dentro de los límites impuestos por sus valores de intercambio. Lo mismo que cuando se compran bie- nes raíces, suele ocurrir que las potencialidades ocultas susceptibles de desarrollo desempeñan un papel de notable im portancia en tal transacción.
Solo en el nivel que el niño desarrolla su sensación de separatidad e individualidad, la presencia física de la madre deja de ser bastante y surge la necesidad de sobrepasar de otras maneras la separatidad. El paso inicial a ofrecer es tomar conciencia de que el amor es un arte, tal como es un arte el vivir. Si queremos estudiar a querer debemos seguir en la misma forma en que lo haríamos si quisiéramos aprender algún otro arte, música, pintura, carpintería o el arte de la medicina o la ingeniería. En particular, es el lector familiarizado con El temor a la independencia, Ética y psicoanálisis, y Psicoanálisis de la sociedad moderna, quien encontrará en el presente libro muchas ideas expresadas ahora en aquéllos. Presenta muchas ideas alén de las previamente expresadas, y, como es natural, asimismo las viejas consiguen en ocasiones perspectivas novedosas por el hecho de centrarse cerca de un tema, el del arte de querer.
Quien piensa que todas las frutas maduran al tiempo que las frutillas nada sabe acerca de las uvas. Estudio de la resolución de un caso sobre una problemática social en un contexto ético, jurídico y de convivencia democrática.
En el sentido moderno del término, «actividad» indica una acción que, a través de un gasto de energía, produce un cambio en la situación que existe. Así, un hombre es activo si atiende su negocio, estudia medicina, trabaja en una cadena sinfín, crea una mesa, o se dedica a los deportes. Todas y cada una esas actividades tienen en común el estar dirigidas hacia una misión exterior. Consideremos, por ejemplo, el caso del hombre al que una profunda sensación de inseguridad y soledad impulsa a trabajar incesantemente; o del otro movido por la ambición, o el ansia de riqueza.
El Arte De Amar – Erich Fromm
En una sociedad primitiva el conjunto es pequeño; está que viene dentro por aquellos que comparten la sangre y el suelo. Con el desarrollo creciente de la cultura, el grupo se prolonga; se con vierte en la ciudadanía de una polis, de un enorme Estado, los miembros de una iglesia. Hasta el romano indigente se sentía orgulloso de poder decir civis romanus sum; Roma y el Imperio eran su familia, su hogar, su planeta. Asimismo en la sociedad occidental moderna la unión con el conjunto es la manera predominante de superar el estado de separación. Se trata de una unión donde el ser individual desaparece en gran medida, y cuya finalidad es la pertenencia al rebaño.
En una cultura en la cual esas características son raras, asimismo debe ser rara la capacidad de amar. Quien no lo crea, que se pregunte a sí mismo a cuántas personas verdaderamente capaces de querer ha conocido. Pero la contrariedad de la compañía no debe inducir a que se abstenga uno de intentar conocer las adversidades y las condiciones de su consecución. A fin de evitar adversidades superfluas he procurado tratar el inconveniente, en la mayor medida posible, en un lenguaje no técnico. Por exactamente la misma razón he hecho la menor cantidad de referencias a la literatura sobre el cariño. Otro problema que no pude resolver en forma enteramente exitosa, fue el de evitar la reiteración de ideas expuestas en ciertos de mis libros precedentes.
Varios rituales de tribus primitivas ofrecen un vívido cuadro de ese tipo de solución. En un estado transitorio de ensaltación, el planeta exterior desaparece, y con él el sentimiento de separatidad con respecto al mismo. Ya que semejantes rituales se practican en común, se añade una experiencia de fusión con el grupo que hace aún mucho más efectiva esa solución. En angosta relación con la solución orgiástica, y recurrentemente unida a ella, está la experiencia sexual.
La persona masoquista escapa del intolerable sentimiento de aislamiento y se- paratidad transformándose en parte de otra persona que la dirige, la guía, la resguarda, que es su historia y el aire que respira, por de esta forma decirlo. Se exagera el poder de aquel al que uno se somete, se intente una persona o de un dios; él es todo, yo soy nada, salvo en la medida en que formo parte de él. La persona masoquista no tiene que tomar resoluciones, ni correr riesgos; nunca está sola, pero no es independiente; no tiene integridad; no ha nacido aún totalmente. En un contexto espiritual, el objeto de la adoración recibe el nombre de ídolo; en el contexto secular de la relación cariñosa masoquista, el mecanismo esencial, de idolatría, es exactamente el mismo. La relación masoquista puede estar mezclada con deseo físico, sexual; en tal caso, trátase de una sumisión de la que no solo participa la cabeza, sino más bien asimismo todo el cuerpo. Si decimos que el cariño es una actividad, nos observamos en frente de una contrariedad que reside en el concepto ambiguo de la palabra «actividad».
Descarga El Arte De Amar (ars Amatoria), Por Ovidio
El orgasmo sexual puede producir un estado afín al provocado por un trance o a los efectos de ciertas drogas. Los ritos de orgías sexuales comunales formaban una parte de varios rituales primitivos. Según lo que parece, el hombre puede continuar durante cierto tiempo, después de la experiencia orgiástica, sin padecer bastante a causa de su separatidad. De manera lenta, la tensión de la angustia comienza a acrecentar, y disminuye otra vez a través de la repetición del ritual. De forma afín, la raza humana, en su infancia, se siente una con la naturaleza. El suelo, los animales, las plantas, constituyen aún el mundo del hombre, quien se identifica con los animales, como lo expresa la utilización que hace de máscaras animales, la adoración de un animal totémico o de dioses animales.
Conocemos a nuestros semejantes y, no obstante, no los conocemos, pues no somos una cosa, y tampoco lo son nuestros semejantes. Cuanto mucho más avanzamos hacia las profundidades de nuestro ser, o el ser de los otros, mucho más nos elude la misión del conocimiento. Sin embargo, no podemos dejar de sentir el deseo de penetrar en el misterio del alma humana, en el núcleo mucho más profundo que es «él».
Es indudable que en su temporada la teoría freudiana tenía un carácter desafiante y innovador. Las prácticas sexuales cambiaron tanto que las teorías de Freud ya no le resultan escandalosas a la clase media occidental, y los investigadores ortodoxos recientes practican una forma quijotesca de radicalismo en el momento en que creen que son los valerosos y exagerados defensores de la teoría sexual de Freud. De todos modos, su tipo de psicoanálisis es conformista, y no trata de plan- tear inconvenientes psicológicos que lleven a una crítica de la sociedad contemporánea.
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Entre las causas del avance neurótico puede radicar en que el niño tiene una madre apasionado, pero demasiado indulgente o dominadora, y un padre débil y también indiferente. Pue- de intentar conseguir «mamás» en el mundo entero, a veces en las mujeres y en ocasiones en los hombres que llenan una situación de autoridad y poder. Ese avance se ve intensificado si el padre es autoritario y, al mismo tiempo, muy apegado al hijo. La lectura de este libro defraudará a quien espere simples enseñanzas en el arte de querer. Por contra, la intención del libro es probar que el cariño no es un sentimiento simple para absolutamente nadie, sea cual fuere el grado de madurez alcanzado.
Pero cuanto más se libera la raza humana de tales vínculos primarios, mucho más intensa se torna la necesidad de hallar nuevas formas de huír del estado de separación. Semejantes críticas estuvieron muchas veces motivadas por el deseo de remover del sistema freudiano un elemento que des- pertó la hostilidad y la crítica de la multitud de mentalidad usual. Freud percibió agudamente esa motivación y, por eso mismo, luchó contra todo intento de modificar su teoría se xual.