Una Oda Al Tiempo De Maria Pagés

Es una alegoría sobre el tiempo que vivimos, con sus opciones de felicidad, utopias, terrorismos, asaltos a la igualdad, retrocesos de la democracia… Corren por su savia ideas de Platón, Margarite Yourcenar, Jorge Luis Borges, Pablo Neruda…., unidos por una profunda investigación sobre la ontología de la obra de arte.

una oda al tiempo de maria pagés

Se busca esa tensión constante entre el individuo y la comunidad, el círculo y la recta, el argumento y la abstracción, el silencio y la percusión. Esta iniciativa denominada #DanzaForumOnLine permitirá asistir al público a la representación del último espectáculo coreográfico de la compañía entre el 6 y el 12 de junio y este último día, a las 18 horas, las personas que estén con intereses van a poder formar parte en el Acercamiento directamente con la bailaora María Pagés y El Arbi El Harti, ambos directivos de la obra. En una escritura que trasciende la dramaturgia tradicional del flamenco, el ritmo que se busca en Una Oda al Tiempo es exactamente aquel que refleja su condición dinámico y polimorfa. Una María medio moribunda es rescatada por el cuerpo de baile, hay salvación.

La compañía de la bailarina y coreógrafa de españa se presentará en el Teatro Mayor. Con dirección de la propia coreógrafa, que ha vuelto a contar aquí con su fiel aliado el periodista y filólogo marroquí El Arbi El Harti, codirector de la compañía, Una oda al mismo tiempo encadena seguiriyas, tonás y trillas, soleás, bulerías, alboreás, alegrías, vidalitas o peteneras, entre otros muchos palos. Asimismo charla de todo aquello que es efímero, como el cuerpo mismo, que no solo va perdiendo su vitalidad sino su lozanía, y esto también lleva a modificaciones radicales del deseo. Todos ellos eligieron también distinguir «disciplinas, puntos o circunstancias artísticas de singular relevancia» en la vigésima edición de la Bienal de Flamenco, celebrada del 4 de septiembre al 4 de octubre del año pasado.

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Su trayectoria está marcada por el afán de innovación y aprendizaje. Oda al mismo tiempo es una parte circular, de primavera a primavera. Está escandida en 12 situaciones, como los 12 meses del año –divididos por estaciones– o como los tiempos de una soleá.

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Si fuerte es la violencia, también lo es la aptitud de la recuperación. Cuerpos que se recomponen y regresan a la Madre tierra para recoger fuerza, cantar y trillar de nuevo. Volver a hilar la promesa con las lágrimas de las batallas. Regresar a cantar pues la tierra desea que cantemos y la tierra siempre y en todo momento nace de nuevo en la estación que le corresponde. María Pagés destapa el tarro de las esencias y el tarro de los enormes misterios, con la pulcritud y esa poesía pura que Juan Ramón Jiménez demandaba. Plena en virtuosismos y detalles, en técnica, ciencia y arte.

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En esta, su obra más madura, Pagés se vale de la dramaturgia de El Arbi El Harti para exaltar los valores que derivan del tiempo. Esos sentimientos relacionados con la noche, el día, el cambio de estación, esos que nos emiten experiencias concretas como alegría, amor y entusiasmo, tal como esos que nos generan tristeza que son el resultado de tiempos de guerra y pobreza. Van a ser el vestuario, iluminación, la escenografía y evidentemente la coreografía, el relato dramatúrgico y la música, las claves de “Una oda al mismo tiempo” para trasmitir lo efímero, lo eterno y nuestra incesante insistencia de ofrecer forma al tiempo.

EXPOFLAMENCO conecta comunidades flamencas cerca del mundo. María Pagés dijo que en su ADN, al menos en el conocido, no tiene ni una migaja de sangre flamenca, pero eso no le ha impedido que este género, en su baile y en su música, que además es patrimonio de la raza humana, la haga vibrar desde hace muchos años. En este espectáculo de enorme carga simbólica, la música forma un hilo dramático en el que se han integrado piezas de ciertos genios de la música como lo fueron Antonio Vivaldi, Ígor Stravinsky o John Cage.

Con un flamenco tan rico que tiene apartados de todas las clases, anoche le llegó el momento al enorme ballet. Una sección tan escasa últimamente -sobre todo por fundamentos económicos- que lo primero que nos alegró el alma, en la presentación en Sevilla del último espectáculo de María Pagés, fue ver a una compañía privada con nueve músicos en escena al lado de un cuerpo de baile de ocho bailarines (4 hombres y 4 féminas). 18 personas y unas luces que se convirtieron en un personaje mucho más desde la aparición de una primera luna roja, que iría mudando sus tonos hasta dejarle paso al sol de un nuevo día que, como la vida, también terminaría pasando.

Resulta difícil detallar todo cuanto la sevillana ha volcado en esta pieza. Al lado de sus brazos inacabables y sus bastones están sus lecturas de cabecera, los contenidos escritos de su compañero El Arbi El Arti y poemas como el de los Números de Neruda, que ella recita por bulerías (lástima que el sonido no dejara oír con claridad la mayor parte de ellos). Y si las imágenes son de una belleza deslumbrante, las músicas recorren doce ritmos flamencos, enriquecidos con la vitalidad exuberante de Vivaldi o el Lascia ch’io pianga de Händel, por no charlar de los guiños a la Muerte del Cisne. Un hermosísimo trabajo que hechizó al público de la Bienal y que sin duda dejará altísimo por todo el mundo el pabellón del flamenco. En una escritura que trasciende la dramaturgia tradicional del flamenco, el ritmo que se busca en Una oda al tiempo es precisamente aquel que refleja su condición dinámico y polimorfa. Las secuencias coreográficas son rápidas, cortantes, y se hacen y se deshacen prácticamente a la manera rítmica de un proyector de diapositivas.